400 es la cifra  que deslizó en su libro "La homosexualidad en Argentina" Carlos Jáuregui al referisrse a la cantidad de homosexuales desaparecidos por la dictadura. No era una cifra caprichosa, sinó que fue un aporte del Rabino Marshall Meyer. Por presiones del ala católica de la Asamblea Permanentes por los DDHH, el Nunca Más no incluyó en su descripción la persecución ni a Judíos ni a Homosexuales.  Meyer aseguró haber recibido testimonios de ex-detenidos desaparecidos que informaban sobre la existencia de violaciones y maltratos crueles contra personas que a ojos de los secuestradores eran homosexuales.

Aquí nos proponemos un humilde aporte textual acerca de la vida homosexual en tiempos de la dictadura. Para no perder la memoria, y mantener viva la lucha de aquellos que fueron silenciados por los asesinos a sueldo del Estado.

 

Días atrás luego de algunas actividades en Sigla, sentado en una de esas esquinas de Parque Chacabuco, escudriñaba lo máximo posible la descripción que hacía uno de los porteños veteranos que participan en este espacio. El tema de charla: cómo se vivía en Buenos Aires la vida gay durante la última Dictadura Militar (1976-1983).
Una de las anecdotas contadas en esa  tarde es una caminata por la populosa calle florida, un cruce de miradas con un trigueño, un encuentro en un rincón entre los comercios del lugar, pocas palabras se dijeron entonces; él dijo ser colombiano, mirando alrededor, preocupado por quien pudiera estar siguiendo la escena, el porteño protagonista de la anecdota solo atinó a decir "es mejor para vos y para mi que no nos vean juntos, seguí tu ruta nomás". Era 1978, y la anecdota quedó en eso, en un par de miradas, unas pocas palabras que se dijeron, y el miedo a continuar con el encuentro. La autorepresión, el no animarse a cruzar el umbral...
Es una corta descripción del clima de autocensura que la dictadura militar había generado entre la comunidad LGTB, a través de la Policía y su departamento de Moralidad. "Podías identificar a los policías por su uniforme, pero los de la división de Moralidad no tenían uniformes, y sus autos eran comunes, no se movilizaban en patrullas, cualquiera de tu alrededor podía ser un integrante de las Brigadas de Moralidad de la Policía Federal ", comenta el entrevistado.

¿Cómo se fué construyendo ese estado permanente de persecución, de represión por parte de la policía?

Acerca de edictos y moral

La prepotencia policial sobre los ciudadanos comienza a ser institucional en 1932, con un decreto de la dictadura. Los jefes policiales dictaban "edictos" que no castigaban lo que se hacía sinó lo que se aparentaba ser: características personales, orientación sexual, condición económica.
En 1958 comienza, 'gracias' a un decreto de la dictadura llamada Revolución Libertadora, a permitirse el 'arresto para identificar'. Era la Policía la que dictaba sentencia (el jefe podía imponer hasta 30 días de arresto) y en los hechos no había defensa alguna. Por año, en Capital iban presos por edictos entre 110.000 y 170.000 personas.
A sus facultades de arrestar por averiguación de identidad y por edictos, la Federal agregó, a partir de 1965, la que surgía del llamado "memorándum 40". Este era una disposición interna y secreta que permitía detener a chi cos en razzias sin avisarle a la Justicia.
La comunidad homosexual de entonces conoce muy bien estos 'operativos' que en muchas oportunidades dejaron en la calle desnudos a participantes de saunas, boliches, fiestas privadas... desnudos, contra la pared, esperando ser averiguados sus antecedentes, y entregados al escarnio de medios y vecinos machistas que no titubeaban en poner en primera plana de las revistas de entonces las imágenes de la detención policial.
El memorandum estuvo vigente 26 años. Fue derogado cuando se detuvo y murió Walter Bulacio. Fue en 1991 y él tenía 17 años.

Uno de los personajes nefastos del "cuidado de la moral pública" fué el comisario Luis Margaride. Llegó a ser máximo representante del cuerpo policial en épocas de José López Rega, en épocas de la Triple A (1974). El comisario junto a su flota de 'moralistas' rodeaban la cuadra de los Moteles y uno a uno sacaban a quienes estaban adentro de los mismos. Sin darles la oportunidad siquiera de vestirse. Luego se ocupaban de la llamar o al Marido o a la Esposa para contarles acerca de lo sucedido, de la infidelidad. No sólo pretendían un correctivo policial, sinó se encargaban de que hubiese un correctivo familiar.
Margaride también "visitaba" whiskerías y boites. En un local se llevaron presas a todas las mujeres, una de ellas una cantante que estaba tomando un trago, sola. El cargo: cruzamiento de piernas. Doce horas detenida. A los hombres los dejaron: ninguno fue señalado como "afeminado", el premio mayor de la caza nocturna.

Esa Policía es la que fue haciéndose a la sombra de las dictaduras y la falta de atención de la democracia. La Triple A es el paroxismo de esa institución autoritaria, soberbia e impune. Es la misma Policía que todavía sobrevive en diversos puntos del país, que nunca fué problematizada a pesar de haber sido cómplice conciente de la matanza dictatorial. La misma que tiene que mantiene activos los edictos que penalizan el beso público entre personas del mismo sexo, el trasvestirse, que es indiferente a la matanza de travestis.... La misma que abucheamos todos los años en la Marcha del orgullo de Noviembre.

 

Breve relato del antes....


La historia del movimiento gay en Argentina la empiezan a construir jóvenes trabajadores en 1969,  durante la dictadura militar de Onganía.  Según cuenta Nestor Perlonguer en su libro Prosa Plebeya (1), son 14  los primeros integrantes de una organización declaradamente a favor de los derechos de los homosexuales en nuestro país: "Nuestro Mundo". Sus primeras reuniones se llevaban a cabo en un conventillo de Lomas de Zamora, y Héctor Anabitarte (ex militante sindicalista comunista expulsado por ser homosexual) era quien lideraba los encuentros. La organización fue creciendo y junto a otras cinco que habían comenzado a visibilizarse entonces (Eros, Profesionales, Safo (grupo de lesbianas), Bandera Negra (anarquistas), Emanuel (cristianos) y Católicos Homosexuales), inspirados en el movimiento LGTB de EEUU, formaron en 1971 una entidad superior que los identificaba en la lucha. La consigna era “Amar y vivir libremente en un país liberado”.
Asi lo cuenta  Anabitarte (2): "En el año ’71 Nuestro Mundo se relaciona con intelectuales y da origen al Frente de Liberación Homosexual. El FLH se conforma en la calle Rioja al 100, en el barrio de Once, en una reunión en la que estuvieron Manuel Puig, Juan José Sebreli y Blas Matamoro, entre otros.
El aspecto positivo de todo eso era concientizar. Tener idea de realizar una lucha por los derechos, que iban más allá que bailar en un boliche libremente. Luchábamos contra la persecución del Estado hacia los homosexuales, contra edictos policiales. Éramos detenidos por ’parecer’ homosexuales. Te metían 21 días de arresto y 28 si te vestías de mujer".


“Yo conocí en esa época a personas que no viajaban en medios públicos. Tomaban un taxi de la puerta de su casa hasta donde necesitaran ir, porque si salían a la calle terminaban presos sólo por ‘parecer’ homosexuales”, amplía Sergio Perez Alvares, uno de los integrantes del porteño grupo Eros. También agrega acerca de aquellos tiempos de democracia El Frente saca un volante preguntando: “¿Sabés que en este momento hay gente presa por hacer lo mismo que vos?”, apuntando a la concientización. Los repartían en algunos boliches, como Monalí, en Lanús, donde siempre había un  patrullero de la Policía esperando a la salida.

Otro de los logros del FLH es la publicación en 1973 de la primer revista LGTB argentina: Somos, que se editó hasta 1976. Era la voz oficial del Frente.

El clima de la época era difícil. El 25 de mayo de 1973, el FLH ingresa a la Plaza de Mayo con una bandera propia, y Perez, que en esa época era director de escuela, recuerda que “cuando empezaron a fotografiarnos, muchos tuvimos que soltar la bandera porque, si salíamos en la foto, al otro día perdíamos el trabajo”. Era la primera vez que una organización homosexual se visibilizaba. Era la primera vez que una Organización gay visibilizaba en Argentina el deseo de integrarse a una corriente política.

Lo realizado por el  FLH no era poco para un tiempo un tiempo en el que la Derecha no acompañaba los reclamos de derechos de los homosexuales, pero tampoco lo quería hacer la Izquierda. Además de la expulsión de Héctor Anabitarte del Partido Comunista por ser homosexual, el Peronismo no quería integrantes "putos". Los Montoneros entran a la Plaza de Mayo cantando “no somos putos, no somos faloperos”, y el ERP era muy homofóbico. Perlongher (activista gay de la Facultad de Filosofía y Letras) logra en determinado momento que lo elijan delegado en la Universidad y plantea a la dirección del Partido Obrero que apoye a los homosexuales, la respuesta: lo apartaron del Partido.

Ya en tiempos de la Triple A, comienzan las persecuciones a quienes militaban en pos de los Derechos Humanos. No había una persecución dirigida especialmente contra el Frente, pero todos tenían otras militancias e iban exiliándose o desapareciendo por eso. Los que terminaron en centros clandestinos de detención la pasaron doblemente mal, por su militancia política y por homosexuales.
Desde la revista El Caudillo (1973/1975) (3), López Rega llamaba al exterminio de los homosexuales, y asociaba la reciente visibilidad contestataria de “esos pervertidos” a un delirante complot del marxismo internacional. El artículo se llamaba “Hay que acabar con los homosexuales” , y ahí aparece la caricatura de un barbudo travestido diciendo: “Ahora trabajamos para los montoneros”.
"A los que ya son, proponemos que se los interne en campos de reeducación y trabajo, para que de esta manera cumplan con dos objetivos: estar lejos de la ciudad y compensarle a la Nación trabajando por la pérdida de un hombre útil. Hay que acabar con los homosexuales. Tenemos que crear brigadas callejeras que salgan a recorrer los barrios de las ciudades, que den caza a esos sujetos vestidos como mujeres, hablando como mujeres. Cortarles el pelo en la calle o raparlos y dejarlos atados a los árboles con leyendas explicatorias y didácticas", decía el "Brujo".

En 1976, con un comunicado emitido desde España, se anuncia la disolución del FLH.

Llegan los Dinosaurios.


La dictadura no fué original, prosiguió y profundizó la tarea comenzada por la Triple A. "Limpiar" las calles de homosexuales era la tarea que le dejaban a la Policía y su departamento de Moralidad.
Osvaldo Bazán en su libro “Historia de la homosexualidad en Argentina”, relata que “durante los primeros meses de la dictadura algunos lugares todavía permitían homosexuales. Los boliches se encontraban en la periferia de la ciudad de Buenos Aires, y muchos de los que buscaban ‘acción’ lo hacían en los baños públicos de las estaciones de trenes. Las redadas contra los homosexuales se intensificaron, y muchos optaron por la clandestinidad o por emigrar”. Las organizaciones gays de entonces no fueron directamente cerradas, sinó que cada uno de los militantes que participaba de ellas también estaba comprometido en la militancia política partidaria, lo cual los obligó (en pos de la integridad de su vida) a exiliarse o a evitar cualquier tipo de reunión política.

Las teteras

El homosexual, en la represión de su ser por parte del Estado, se 'atricherará' en los Baños Públicos, en las teteras. Alejandro Modarelli, lo describía para el Soy de Página 12 (4) de manera muy clara: Eros convierte la soledad y el sufrimiento de una loca bajo la represión de una dictadura en la posibilidad de un buen polvo y de una bella amistad o un largo romance. Los andenes del ferrocarril se transformaron en lugares de sociabilidad, en una ciudad donde se había extinguido cualquier otro espacio público de encuentro y las fiestas privadas conocidas como parties se organizaban a hurtadillas. O con la complicidad de vecinos más liberales, como en Tigre. Vaya a saberse en qué momento caería la policía en la casa emperifollada, y habría que emprender un viaje en patrullero subida a los tacos de mamá o, como en el caso de un señor Bunge —hasta la aristocracia a veces debía dar explicaciones—, con una frutillita de plush sobre la zona picante del slip.

En su libro Fiestas, baños y exilios, Flavio Rapisardi y Alejandro Modarelli lo describen así: Había un variado número de teteras y la práctica privada en esos interiores tenía muchas formas. Las del centro, limpias y colmadas, se especializaban en masturbaciones y felaciones apresuradas, y convocaban a oficinistas, ejecutivos y flaneurs perversos, en busca de rincones aún no visitados. Otras más lujosas pertenecían al circuito VIP de la avenida Santa Fe –de Pueyrredón a Plaza San Martín–, o de Florida, desde el Garden a la Richmond. En estos circuitos, un chico venido de los barrios podía atraer la atención de algún señor con cierta clase que, casi siempre, se retrasaba en los espejos, acomodándose la corbata y mirando al joven de reojo. Con suerte, la aventura podía terminar en un departamento del Barrio Norte y ser el inicio de una relación de amantes o de servicios rentados esporádicos.
En los baños de las estaciones de tren, más proclives al coito, y sobre todo en sus adyacencias ociosas, se instauraban redes humanas inestables. Al amparo del buen aire de los andenes se habían formado algunos círculos sociales entre habitués de varias edades y clases sociales, ya cansados de hacer cruzas entre ellos. Mientras esperaban la llegada de clientes nuevos, intercambiaban bromas, datos y consejos. Se conocían los nombres o se inventaban apodos. Y, si bien nada los unía, más allá de esas rutinas de las estaciones, su solidaridad era similar a la de un grupo organizado que comparte un oficio y una experiencia determinada, y en el que a veces surgían caudillos.

Las fiestas privadas

Otra de las opciones de encuentro eran las fiestas en el domicilio de alguién que desafiara el miedo y la sensación de persecución que logró imponer el autoritarismo de la época. Debían asegurarse que no hubiese ningún infiltrado, ni que la vecindad "botoneara" el encuentro a la Policía.

Un relato de esas fiestas, incluido en el libro de Modarelli, describe la situación que se podía dar en cualquier barrio de Capital. “Yo salía con un chico pintor exquisito llamado Manuel C., que era amigo de este Bunge, dueño él de la segunda planta de una de esas casas viejas de doble entrada, que sólo usaba para hacer fiestas. En la planta de abajo vivía una señora, que ya le había advertido a Bunge que no iba a tolerar más reuniones de esa clase. Fui, entonces, a una fiesta de Bunge, a la una de la madrugada. La puerta estaba abierta; subo la escalera y me encuentro en una joda selecta y fabulosa. Estaba el que había sido director del Di Tella –su nombre no lo recuerdo–, una modelo muy conocida y exótica, La Negra Alá y su hermano Antoine. Cachorro A. hacía de anfitrión; él era la pareja de Bunge, que todavía no había llegado de un partido de bridge.Además, había dos chicos, Mario y Horacio, que trabajaban en Cancillería, y que estaban por viajar, uno a Tailandia y otro a Chile, donde habían sido destinados como personal de embajada. Ahora son cónsules. Éramos más de sesenta varones y apenas cinco mujeres, conversando y bailando con música de Gloria Gaynor, algunos en los rincones con su porro. Yo hablaba con un americano que estaba encantado con la reunión. De pronto veo aparecer en la penumbra a un policía uniformado con una ametralladora, y detrás de él otro, y detrás otro. La gente todavía no reaccionaba, Gloria Gaynor seguía cantando y los diez canas eran como una aparición en el decorado a la que nadie terminaba de prestar atención. Le digo al norteamericano que seguía con la charla: John, la policía. El tipo no lo podía creer. Con Antoine nos asomamos al balcón y vimos varios patrulleros que habían cortado la calle. Oímos a Cachorro, que estaba peleando con un policía. En la bragueta llevaba colgada una frutilla de no sé qué material. Se hizo cargo de la situación, a pesar de la frutilla, con ese tono de superioridad al que estaba habituado y que era su rasgo de clase. Nos subieron a un celular, y Cachorro gritaba: Qué fantástico, chicos, el party sigue en la comisaría. Nos empujaron a una especie de cancha de básquet. Y viene el comisario, que se había tenido que levantar de la cama, porque sus subalternos no sabían bien qué hacer, delante de semejantes locas paquetas que los trataban como a las mucamas. Con el interrogatorio se les creó una situación muy inquietante. Primero lo típico: el documento, el domicilio. Pero después venía la pregunta sobre los oficios y las profesiones. Ahí uno contestaba: Vivo de rentas. Y otro: Soy estanciero. Y otros: Funcionario de la Cancillería. Los futuros cónsules eran los más asustados, porque temían por su carrera. Esta suma de grandes oficios fue lo que nos salvó de salir en Crónica al día siguiente. Al rato llegó Bunge, enojadísimo con el oficial del operativo. Ahí se enteró de que la denuncia la había presentado su vecina, que esa vez no se dejó seducir, como en otras fiestas, por unas botellas de champagne”.

Boliches, saunas y cines

Al ritmo de Rafaella Carrá (Lucas, 1978) los boliches discretamente seguían permitiendo el público homosexual. Osvaldo Bazan amplía en su libro Historia de la Homosexualidad en Argentina acerca de los lugares de entonces. En Ramos Mejía estaba Jauja. Quemoquemo en Avellaneda.La Gayola en Caseros. En capital Freedom y Vikingo seguían abiertos 'tímidamente'. Monalí de Lanús fué cerrado luego de que ametrallaron, presumiblemente la TripleA, el frente del lugar.

En Paraguay y Larrea, había un sauna en el que disimuladamente, dice Bazan, 'pasaban cosas'.

Los cines ya no eran lo que habían sido. El director del Ente de Calificaciones Cinematográficas, Miguel Tato, declaró en 1975: “Tenemos que controlar las actividades homosexuales en las salas cinematográficas, epicentro de homosexuales en busca de aventuras o ya embarcados en ellas”. Solo permanecieron abiertos el Rosemarie (de Corrientes y Suipacha), y el Avenida (de Avenida de Mayo al 600). Había que darle propina al acomodador para que, cuando llegase la Policía, avisase iluminando el techo con su linterna. Era la señal. Como podían, los muchachos se acomodaban la ropa y, rígidos, miraban hacia el frente, como siguiendo la historia que quizás habrán terminado conociendo de tanto ir a la sala.

El mundial

El evento deportivo del 78' recrudeció la persecución policial de los homosexuales. Según Jauregui (La Homosexualidad en Argentina) en las razias de entonces más de 1400 personas fueron detenidas. La Iglesia, necesaria para la legitimidad mundial del Proceso, dió el visto bueno para 'limpiar de homosexuales las calles", es más El arzobispado de San Martín pidió el cierre de La Gayola, y así se hizo.

En el libro Fiestas Baños y Exilio, Rapisardi y Modarelli, publican el relato de "La Turca", protagonista de aquellos tiempos de 'teteras: Empezaba a prepararse el Mundial de Fútbol de 1978, y nosotros, con nuestro modo de vivir, éramos algo así como una red de linyeras que había que esconder o, como dije, de subversivos. Una noche hubo una razzia monumental en un boliche de la Plaza Dorrego, en San Telmo, donde se hacía un show musical, y nos detuvieron a un montón de locas, incluso al cantante. Querían sacarnos de la calle, de la Feria, de San Telmo, del planeta, para que se viese que el país había sido purificado. Porque los homosexuales y los marxistas no eran argentinos, para ellos”.
Poco antes del Mundial de Fútbol se inauguró el sistema de identificación inmediata, llamado DIGICON. En torno de los patrulleros se formaban filas de ciudadanos demorados, a la espera de que se controlase su situación penal o contravencional. Si se confirmaba que alguno había sido detenido antes o estado preso, era remitido a la comisaría. El prontuario, así, se convertía en una marca indeleble, un rasgo de la personalidad. Entre la miríada de demorados sobresalían las locas, que estaban ya demasiado habituadas a los ejercicios de control, y se permitían por tanto algunas bromas entre ellas (“¿Nombre? Rafaella Carrá. ¿Dirección? Baños de Retiro”). La orden dada por el jefe de la División de Moralidad (“Espanten a los homosexuales de la calle”) no logró consecuencias permanentes en los baños de la estación Retiro.
“Se estaba festejando el triunfo. Venían hordas de varones de todos lados, salían de los trenes, de las alcantarillas, con banderas, camisetas. Se llenó el baño, y un grupo de locas nos quedamos ahí duranteun buen rato, a ver si de tanta algarabía se ligaba algo. De pronto las luces se apagan; quedamos casi a oscuras. Era un sueño. Todos los tipos se pusieron a cantar y uno gritó A ver quién es el macho que me la chupa. Los disfrazados de machos aparecimos en seguida. Las mariquitas armamos en la tetera la contrafiesta del Mundial”, recuerda La Turca.

Las míticas reuniones de Tigre

Quien hable con algún porteño o de alrededores de aquellos tiempos notará la nostalgia con la que recuerda las míticas "fiestas homosexuales de Tigre".

"El Delta es una zona de aluvión. Y aluvión, a despecho de la euforia de las locas que siempre organizan fiestas. En una de llas fué tal el escándolo que vino la Prefectura. Y había que ver el monte poblado de marquezas, de reinas y princesas despavoridas,  y alguna que otra bailarina a los saltos sobre los charcos y la paja brava. (...) No quedó casi nadie pero agarraron al dueño de la casa que, con gran dignidad, bajó las escaleras del muelle vestido de Salomé. No dijo una palabra. Se sentó bien atrás y se abrazó a un parante, cubriéndolo de gasas. Y cuando habían entrado las pocas locas lelas que se dejaron sorprender, la lancha pegó un gran rugido y partió. Salomé se quedó: el parante era un poste del embarcadero. Con tanto trapo casi se ahoga, es cierto. Pero antes muerta que tonta (Carlos Arcidiácono, Ay de mi, Jonhatan)
La anécdota marca la búsqueda de espacios por parte de los homosexuales de aquel entonces. En el Delta había boliches también (CATS) según cuenta Osvaldo Bazán. Fuerón varias veces acosados por las redadas de los prefectos, pero siguió integrando al público homosexual que se podía llegando hasta allí.

 

 

 

 


 

En primera persona:

Enrique y Daniel

La noche del 16 de Abril un grupo de tareas de la ESMA entró al departamento que compartían Enrique Raab y Daniel Girón. Los desaparecieron.

Enrique había llegado junto a sus padres a Argentina huyendo  de Viena, en tiempos del asedió de Hitler. Se destacó como escritor periodístico para Primera Plana, Confirmado, La Opinión, Clarín, entre otros medios locales. Era una persona culta y comprometida con su realidad social, militaba politicamente. Compartía su vida junto a Daniel, su pareja.

Valeria del Mar Ramirez

En 1976, Valeria se prostituía. Lo hacía toda la madrugada, hasta las 6 de la mañana. El contacto y el maltrato policial eran diarios: “Nosotras sufríamos detenciones todo el tiempo –explica–. No era raro que nos lleven en un patrullero a la comisaría, que nos pidan sexo”. Dos días era el mínimo de

estadía en las comisarías. La manera de escaparse para no caer presas era corriendo hasta una estación de servicio. En invierno, el dueño les dejaba guardar los tapados o quedarse adentro si hacía mucho frío.
Valeria compartió su experiencia ante la Secretaría de DDHH en Enero de 2011. Estuvo detenida 12 días, en 1976 y 1977, en el centro clandestino de detención  Pozo de Banfield.

Nestor Perlonguer

Nestor fué un uno de los primeros activistas gays que se hizo cargo de la lucha pro derechos para los homosexuales de Argentina. Militaba desde la Facultad de Filosofía y Letras, y luego desde sus escritos. Podía 'chapear' de Poeta, Sociólogo y Antropólogo. Tomó la bandera del Frente de Liberación Homosexual como propia. La policía se regodeó al encontrarlo después de haber estado con un muchacho que había levantado en una de esas tantas noches. Había marihuana, y fué la excusa para la detención. No lo dejaron vestirse, lo sacaron a la vía pública desnudo para provecho los 'moralistas' de los medios. Su  trasero, según cuenta Osvaldo Bazan, fue tapa de las revistas. Lo detuvieron. Seis meses en Devoto. El padre lo ayudó a pagar el Juicio. Después Néstor tuvo que vender su departamento para devolverle uno a uno los pesos que su padre había aportado. ¡Andate! fue el texto que dejó escrito en el paredón de la casa paterna, la misma expresión que el había escuchado de su progenitor. Se fué. Brazil lo acogió en su exilio, y allí pasó sus días hasta 1992.

 

 


 

 

La democracia

La democracia dejó salir del closet, al que fueron obligados a entrar, a muchos homosexuales. Pero la cultura del miedo y de la sensación de persecución constante no se dió por soslayada por el paso de un poder militar a uno democrático. La Policía siguío amparada en su necesidad afín a la "pacificación" y trabajando con los mismos "edictos" que se había inventado. La "moral" que inventó el autoritarismo gobernante y eclesiástico siguió siendo legitimado por gran parte de la sociedad. El "Nunca más" logró algo fundamental en los Derechos Humanos a escala mundial, pero olvidó la Persecusion de los "Reorganizadores", asi como lo hicieron los nazis, de homosexuales y judíos.

La lucha de aquellos primeros 14, en el conventillo de Lomas de Zamora, ha llegado hasta un presente dónde el Matrimonio entre personas del mismo sexo no es una utopía. Falta, falta mucho... falta derogar los códigos de contravención de la era dictatorial que en las provincias criminaliza a las personas homosexuales y sus actitudes. Falta asegurar dignidad e igualdad para las personas que sienten ser distinto a lo que su cuerpo físicamente muestra. Pero no hay dudas, el movimiento LGTB está en camino de la contrucción de una mejor nación incluyente para la diversidad de sus habitantes. Y esto no es algo que nació con el advenimiento de un Gobierno progresista, viene desde aquellos primeros hombres y mujeres que se hicieron cargo de su SER y altruistamente lucharon por el derecho de sus pares. Viene de aquellos que tomaron la bandera de la igualdad y la alzaron en una plaza llena de homófobos que por las dudas gritaban "no somos putos". Viene de esos rebeldes que prestaban sus casas para la socialización de quienes eran perseguidos públicamente, sin importarles el inmenso peligro que ello accarreaba para sus vidas. Viene de quienes fueron reprimidos en sus hogares por la 'dictadura heterosexual' pero que en algún momento lograron el valor para aceptarse tal cual eran. Viene de quienes se prestaron para aquella histórica primera Tapa de una pareja gay en la revista "7 días" en Abril del '84.

La historia del movimiento gay, de las luchas y conquistas, la construimos todxs. Con acciones, discursos, y aportes somos los que tomamos la bandera de aquellos obligados a silenciarse en aquel fatídico 1977.

 

de Nestor Roco

Especial para BiblioSigla

*Las opiniones vertidas en este artículo no necesariamente se corresponden con la totalidad de los integrante de la Sociedad de Integración Gay Lésbico Argentina (SIGLA)

 

 

 

 

En la Biblio...

Podés ampliar la Información leyendo los libros disponiblen el la Biblioteca de SIGLA:

-Historia de la Homosexualidad en Argentina, Osvaldo Bazan.

-El amor de los muchachos, Adrian Melo.

-La otra mejilla, Hermes Villordo

 

Bibliografía consultada:

Link Wikipedia Proceso de Reorganización Nacional

(1) Libro Nestor Perlonger  "Prosa Plebeya"

(2) Entrevista de la juventud de la CHA a Hector Anabitarte

(3) Anàlisis de la Revista El Caudillo

(4) Alejandro Modarelli, Victimas sin nombres