El cuerpo femenino tal y como lo conocemos es el resultado de una serie de cambios fascinantes a lo largo de su evolución. Las mujeres han sufrido transformaciones espectaculares, muy superiores a las del hombre. Durante millones de años, las formas femeninas se han ido forjando a través de asombrosos ajustes y sutiles refinamientos en un proceso evolutivo en el que la mujer abandonó muchas de la cualidades de otros primates para convertirse en un ser único y extraordinario. A través de un fascinante viaje milenario, Desmond Morris descubre el cuerpo femenino. El autor analiza los rasgos biológicos y las funciones evolutivas de las formas femeninas y cómo las sociedades humanas han modificado y adornado su cuerpo en función de los diversos conceptos de belleza. Todo ello para descubrir, en palabras del propio autor, al organismo más fascinante del reino animal: la mujer desnuda.
Ninguna especie animal ha tenido mayor impacto sobre el planeta que el macho humano. ¿Qué es lo que distingue su legado de las de todas las otras formas de vida, incluyendo la hembra?
Después de su aclamado libro La mujer desnuda, Desmond Morris investiga este éxito de la evolución y hace un estudio minucioso del cuerpo del hombre, en el que examina las características biológicas de su anatomía y describe las numerosas formas en que las costumbres locales o las modas las han modificado, suprimido o exagerado. Es una historia natural de este espécimen fascinante de una especie, no por más conocida menos en peligro. Está escrito desde la perspectiva de un zoólogo y argumentado con datos científicos, pero no faltan las anécdotas y conclusiones sorprendentes, incluyendo un polémico capítulo que examina las tendencias sexuales del hombre.
En el libro se pone énfasis en la escala propuesta por Kinsey para redefinir a toda la especie humana como bisexual. El autor, doctor en biología por la Universidad de Barcelona, compara la sexualidad humana con la de los grandes simios. Los machos de los grandes simios de las especies exclusivamente heterosexuales exhiben conductas sociales muy violentas. La pauta violenta sólo se amortigua en los machos de las especies bisexuales: bonobos y humanos. Para el autor, la bisexualidad es un invento de la naturaleza, no un invento humano, no es la sexualidad enferma que aún se predica por ahí. Es tan sólo la forma más fácil, natural y sencilla de moderar, suavizar, atenuar y debilitar la violencia intrínseca que se encuentra profundamente arraigada en los genes de todos los primates y por tanto en los hombres.